Dios ha confiado a la Virgen María la
paz del mundo
Con extraordinario dolor e
impotencia somos testigos de que ha estallado una nueva guerra, en esta ocasión
Rusia contra Ucrania. ¿Qué hacer ante ello?
En esta
grave situación el anhelo por la paz y el fin de la violencia surge de lo más
profundo del corazón de tantas personas de todo el mundo que comparten este
dolor; pero muchos se preguntan, como el salmista: «¿Dé donde me vendrá el
auxilio?» (Sal 121,1). El mismo salmista responde: «el auxilio me viene del
Señor, que hizo el cielo y la tierra» (Sal 121,2), ya que «para Dios no hay nada imposible» (Lc 1,37. Cf. Gn
18,14; Jr 32,17.27; Za 8,6). La paz es algo que no podemos conseguir solo con
esfuerzos humanos, aunque éstos son imprescindibles, sino que además depende de
Dios porque la paz es un don de Él, y la oración es el camino para que nos la
conceda.
En la jornada de oración por la paz
realizada en Asís el 27 de octubre de 1986, san Juan Pablo II dijo: "La fe
nos enseña que la paz es un don de Dios en Jesucristo, un don que habrá de
expresarse en la plegaria hacia Aquel que tiene en sus manos los destinos de
los pueblos". La oración es la única arma de la Iglesia para lograr la
paz.
La paz es
un don de Dios Padre que hace a la humanidad. Nos dirá el libro de Judit: «El
Señor es un Dios que pone fin a las guerras» (Jdt 16, 2). El Padre eterno nos
quiere conceder la paz por medio de Jesucristo, su Hijo, el «Príncipe de la
paz» (Is 9, 6).
Jesús nos
quiere dar la paz por medio de su Madre, medianera de todos sus dones, por ello
el Espíritu Santo ha movido el corazón de los fieles a invocar a la Virgen
María como Reina de la paz. Ella en las apariciones de Fátima nos enseña cómo
podemos ayudarla a obtener de Dios el don de la paz.
En plena I
Guerra Mundial, la Virgen en Fátima, en cada una de sus
apariciones insistió a Jacinta, Francisco y Lucía que rezaran el rosario
todos los días para obtener la paz del mundo. Incluso les catequizó sobre la
forma como podían rezarlo mejor, veamos su insistencia: 1ª aparición:
“Rezad el rosario todos los días para alcanzar la paz del mundo y el fin de la
guerra”; 2ª aparición: “que recéis el rosario todos los días”; 3ª aparición:
“Quiero que (...) continuéis rezando el rosario todos los días en honra a
Nuestra Señora del Rosario, con el fin de obtener la paz del mundo y el final
de la guerra porque sólo Ella puede conseguirlo”; 4ª aparición: “Deseo que
sigáis rezando el rosario todos los días”; 5ª aparición: “Continuad rezando el
rosario para alcanzar el fin de la guerra”; sexta y última aparición: “que
continúen rezando el rosario todos los días. La guerra está acabándose y
los soldados volverán pronto a sus casas”[1].
De la
insistencia de la Virgen en que los pastorcillos rezaran el rosario para
alcanzar la paz del mundo y que al sexto mes la guerra estuviera acabándose, se
puede deducir que el rezo del rosario alcanza de Dios el don de la paz y ésta
se hace pronto realidad entre los hombres. Poco antes de morir la beata
Jacinta, dirá a su prima Lucía: «Que pidan la paz al Inmaculado Corazón de
María, que Dios la confío a Ella»[2].
San Juan Pablo II cita al Cardenal August
Hlond, que al morir dijo: “«la victoria si llega llegará por medio de María».
Mientras entraba en los problemas de la Iglesia universal, al ser elegido Papa,
llevaba en mí una convicción semejante: que también en esta dimensión
universal, la victoria, si llega, será alcanzada por María. Cristo vencerá por
medio de Ella, porque El quiere que las victorias de la Iglesia en el mundo
contemporáneo y en el mundo futuro estén unidas a Ella”[3].
San Juan Pablo II, el día
de
Luego san
Juan Pablo II, convocó un año mariano 1987-1988. Él, quiso que se iniciara este
año mariano con el rezo del santo Rosario a escala mundial. Él mismo dirigía el
rezo desde la basílica de Santa María la Mayor, acto conectado por medios
audiovisuales con 16 santuarios marianos del mundo entero, entre ellos la
basílica del Pilar. Rezo retransmitido por cuarenta canales de televisión del
mundo entero, con un público potencial de mil millones de personas. Fueron no
pocas las personas de todo el mundo que se unieron al rezo de este rosario.
En la homilía de clausura
del Año Mariano, el 15-8-1988: “Todo este año, que está a punto de terminar, ha
sido un tiempo, de los «ojos levantados»
hacia Ti, Madre de Dios, Virgen constantemente presente en el misterio de
Cristo y de
A los
pocos meses de finalizar el año mariano tuvo lugar la caída del bloque soviético en 1989 y luego la propia Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas (URSS), a consecuencia de diversos factores sociales, políticos y
económicos. Aquel bloque soviético que había dejado un reguero de
sangre de más de cien millones de personas, de los cuales unos 200.000 eran
religiosos.
El mismo
Papa San Juan Pablo señaló: "¿Y qué diremos de los tres niños de
Fátima que, de repente, en la víspera del estallido de la Revolución de Octubre
escucharon: ‘Rusia se convertirá’ y ‘Al final, mi [Inmaculado] Corazón
triunfará"? Ellos no pudieron inventar tales predicciones porque no sabían
lo suficiente acerca de historia o geografía, y mucho menos de los movimientos
sociales y la evolución ideológica y, sin embargo, sucedió tal como lo habían
dicho"[5].
La disolución del bloque
comunista de
“Es
difícil no advertir cómo el Año Mariano precedió de cerca a los acontecimientos
de 1989. Son sucesos que sorprenden por su envergadura y especialmente por su
rápido desarrollo. Los años ochenta se habían sucedido arrastrando un peligro
creciente, en la estela de la «guerra fría»; el año 1989 trajo consigo una solución
pacífica que ha tenido casi la forma de un desarrollo «orgánico». […] Además se
podía percibir cómo, en la trama de lo sucedido, operaba con premura materna la
mano invisible de
Estos
testimonios históricos nos pueden animar a renovar la consagración del mundo al
Corazón Inmaculado de María y a rezar el santo Rosario para que Dios por medio
de María nos conceda la paz.
Siendo
conscientes de la gravedad del momento actual, la invasión de Ucrania por las
tropas rusas, puede ser el inicio de una III Guerra Mundial, que se inicia en
el corazón de Europa como sucedió en las dos guerras mundiales anteriores,
dejando un reguero de destrucción de muerte. Además, existen amenazas del uso
de armas nucleares, que provocarían “una autodestrucción incalculable”
Por ello
no dejemos de rezar cada día el santo Rosario, uniéndonos a las súplicas de la
Virgen María ante su Hijo para que la paz reine en el mundo. Renovemos la
consagración del mundo al Inmaculado Corazón de María. De modo que «la poderosa Señora de las cosas y de los tiempos, la que sabe
aplacar las violencias con su pie virginal, vuelva a estos hijos inocentes
y atormentados esos ojos de misericordia»[6].
Reina
de la paz, ruega por nosotros. Amén.
«COMO LO PIDIÓ LA SANTÍSIMA VIRGEN EN FÁTIMA»
Los obispos católicos de rito latino de Ucrania piden al Papa que consagre Rusia y su país al Inmaculado Corazón de María
Notas
[1] Habla Lucía, El mensaje de Fátima, Ed.
Sol de Fátima, Madrid 151989, 9-22.
[2] Ibid. 27.
[3] Juan Pablo II, Cruzando
el Umbral de la Esperanza, 236.
[4] Juan
Pablo II, “Homilía durante la misa de clausura del Año Mariano en la basílica
de San Pedro”, (15-8-88), Ecclesia, 2.388
(10-IX-1988) 1306-1307.
[5]
Juan Pablo II, Cruzando el umbral de la esperanza, 131.
[6] Pío XII, Carta Encíclica Ad Caeli Reginam, Ecclesia 696
(13-IX-1954) 538-541, n. 4.